Fundación de la comparsa

El martes 25 de mayo de 1858 amaneció radiante y caluroso. Aquella jornada quedaría grabada en la memoria colectiva por ser el día en que se inauguraba la línea del ferrocarril entre Madrid y Alicante. Mientras las autoridades municipales y un gran número de vecinos de Biar acompañados por la banda de música militar de la villa recibían en la estación del ferrocarril de Villena con indecible júbilo la llegada de los reyes de España, un grupo de vecinos de la población con no menos entusiasmo maduraba como hacer realidad una idea que resultaría trascendental para la fiesta de moros y cristianos de Biar.

Apenas habían trascurrido dos semanas desde la finalización de les Festes de Maig y se tenía el pensamiento de constituir una nueva compañía de alardo que participase anualmente en las celebraciones patronales del mes de Mayo. No sabemos si aquel decidido interés en crear una nueva comparsa había sido el resultado de alguna disputa en el seno de la entonces única compañía de Moros o por el contrario se debía a la necesidad de una nueva y conveniente reestructuración de la fiesta biarense.

Lo cierto y seguro es que justo un mes después de finalizar les Festes de Maig se daba el paso definitivo para la constitución de la nueva compañía. Fue el domingo 13 de junio de 1858, un día que a buen seguro haría un sol de justicia, cuando se formalizó la fundación de la nueva compañía de alardo del bando moro. Aquel sencillo acto supuso la creación de la tercera comparsa por orden de antigüedad y la segunda del bando moro. Según se comentaba, aquel reducido grupo de fundadores lo formaban alrededor de una quincena de personas.
Desgraciadamente solo han llegado hasta nosotros los nombres de nueve de aquellos pioneros de nuestra comparsa. Sus nombres quedaron escritos para la posteridad en los diferentes documentos que relatan la fundación de la comparsa y que se custodian en el Archivo Histórico Municipal de Biar. Sabemos que fueron fundadores de els Moros Nous en aquella histórica jornada del 13 de junio de 1858 Vicente Alfaro Bellod, Vicente Botella Más, Cristóbal Vilar García, Miguel Román Sanjuan, José Sarrió Parra, Pedro Candela Mollá, José Carratalá Ferrándiz, Juan Luna Martínez y José Parra.

La creación de la compañía de alardo en 1858 planteaba una pequeña cuestión con respecto a la otra comparsa existente del bando moro. Hasta la formación de la nueva comparsa tan solo existían en les Festes de Maig dos compañías de alardo que recibían de forma genérica el nombre de moros y cristianos respectivamente. La irrupción en la fiesta biarense de una nueva planteaba ahora el problema de la denominación a fin de diferenciar ambas agrupaciones del bando moro. Todo parece indicar que en un principio la nueva comparsa recibió de forma más o menos oficial la denominación de Berberiscos frente a la otra comparsa que en algún momento se le pudo nombrar como Marruecos 2. Unas denominaciones que no llegaron a fraguar entre la población.


Rápidamente fueron reemplazadas por otras. Así fue como la voz popular pasó a denominar a la antigua compañía de moros como Moros Viejos y a la nueva como Moros Jóvenes. Un nombre que se trasformó a lo largo del tiempo pasando a denominarse como Comparsa de Moros Nuevos. De este modo aparece ya reflejado en 1889.

La primera bandera de la comparsa

Es innegable que los orígenes de las actuales comparsas de moros y cristianos se encuentran en las antiguas  “compañías de arcabuceros” que al menos, desde el siglo XVII, venían participando en los alardos y soldadescas que en honor de Nuestra Señora de Gracia se realizaban en las fiestas de mayo de Biar. Es también evidente la influencia que aquellas antiguas agrupaciones militares imprimieron en las estructuras, usos y rituales de las actuales  comparsas, produciéndose en estas una apropiación e identificación de elementos fundamentalmente militares. Así ocurrió con los empleos propios de las “compañías de alardo” como eran el capitán, alférez, sargento, cabo, “rodella” y “bengaleta”.
La compañía de alardo de los Moros Jóvenes se había constituido en 1858 siguiendo “la misma forma y reglas de costumbre que lo ejecutan las demás compañías de alardo que existen en la Villa” 4.Por eso la nueva comparsa de Moros Nuevos, a pesar de no ser sucesora de las dieciochescas compañías de arcabuceros, se organizó conforme a la estructura, usosy rituales de las dos comparsas preexistentes. De este modo, la nueva comparsa, siguiendo la
vieja división de las compañías de alardo, se fraccionó en gastadores y arcabuceros, o “tiradores” como se les denominaba de forma popular. Al frente de los primeros se colocó al cabo, mientras que el sargentoEs innegable que los orígenes de las actuales comparsas de moros y cristianos se encuentran en las antiguas “compañías de arcabuceros” que al menos, desde el siglo XVII, venían participando en los alardos y soldadescas que en honor de Nuestra Señora de Gracia se realizaban en las fiestas de mayo de Biar. Es también evidente la influencia que aquellas antiguas agrupaciones militares imprimieron en las estructuras, usos y rituales de las actuales comparsas, produciéndose en estas una apropiación e identificación de elementos fundamentalmente militares.




Así ocurrió con los empleos propios de las “compañías de alardo” como eran el capitán, alférez, sargento, cabo, “rodella” y “bengaleta”. La compañía de alardo de los Moros Jóvenes se había constituido en 1858 siguiendo “la misma forma y reglas de costumbre que lo ejecutan las demás compañías de alardo que existen en la Villa” 4.Por eso la nueva comparsa de Moros Nuevos, a pesar de no ser sucesora de las dieciochescas compañías de arcabuceros, se organizó conforme a la estructura, usos y rituales de las dos comparsas preexistentes. De este modo, la nueva comparsa, siguiendo la vieja división de las compañías de alardo, se fraccionó en gastadores y arcabuceros, o “tiradores” como se les denominaba de forma popular. Al frente de los primeros se colocó al cabo, mientras que el sargento sería el responsable de hacer guardar el orden de toda la compañía durante los días de fiestas, estando “todos obligados a respetar las órdenes del sargento”.
Por su parte, el alférez sería el encargado de portar la enseña de la nueva compañía de moros. Siguiendo la misma forma y estructura que la enseña de la otra compañía del bando moro, la primera bandera de la comparsa de Moros Nuevos se estructuraba en forma de cuadrado de seda roja con una bordadura de 20 centímetros alrededor de seda
blanca rematada por flecos dorados. Sobre cada una de las cuatro esquinas del cuadro de seda rojo figuraba una estrella de seis puntas de tisú de plata. En el centro de la bandera se disponía una media luna también de tisú de plata encarada hacia el lado del mástil. Dicho mástil era rematado por una media luna del que colgaban los respectivos corbatines, a semejanza de los que se usaban en las enseñas y estandartes militares.

Con el paso del tiempo, aquella histórica bandera se fue deteriorando y fue necesaria su reforma. En una fecha indeterminada, se le efectuó una restauración que redujo considerablemente el tamaño de la misma, trasladando las estrellas a la bordadura blanca, tal y como hoy se puede apreciar. A pesar de estas pequeñas transformaciones en la dimensión y composición de la bandera, el alférez continuaba portándola en los distintos desfiles y alardos que realizaba la comparsa. Así durante los “simulacros de batalla” que se celebraban en la mañana de los días 11, 12 y 13 de mayo y que recibían el nombre de “guanyà del castell” la bandera era colocada en el castillo de las embajadas después de efectuar las pertinentes evoluciones militares en la plaza de la Iglesia. Sin embargo desconocemos si en algún momento de la historia se llegó a rodarla al paso de la imagen de la Mare de Déu de Gràcia. Era el emblema de la comparsa y por tal motivo se le tributaban toda una serie de honores como la de recibir escolta por la escuadra de gastadores. También, al tiempo de su salida y entrada de la casa donde se guardaba como de la casa del capitán era recibida de forma solemne a los acordes de la Marcha Real. El alférez, como encargado de portar la bandera, era un cargo singular y notable dentro del organigrama de la comparsa, que ahora ya se denominaba de los Moros Jóvenes 5. Tenía ciertas prerrogativas como la de lucir un traje diferente al del resto de la compañía. Así figuraba ya en el “Reglamento de la Comparsa de Moros Nuevos” que fue editado el 14 de mayo de 1889, en el que se establecía que
“todos los trajes tendrán obligación de ir de los mismos colores y forma menos el Capitán y Alférez”. Éste estaba compuesto por pantalón hasta el tobillo de color salmón, faja amarilla, chaleco blanco y peto verde con bordados en realce de diferentes colores; manta blanca con ribete azul celeste y turbante de los mismos colores.



Otros empleos propios de la comparsa vinculados al cargo del capitán y desempeñadospor niños y que provenían de las antiguas “compañías de arcabuceros”eran la “Rodella” y la “Bengaleta”. El primero portaba entre sus manos la rodela, es decir un escudo redondo y delgado donde figuraban los símbolos propios de la comparsa. En el caso de los Moros Nuevos se representaba a la comparsa con una media luna batida sobre dos llaves en forma de pal, símbolo uno del bando moro y el otro de la villa de Biar. Acompañaba en todo momento al capitán, y durante los actos de arcabucería realizaba un ancestral ritual consistente en “que con una pequeña rodela en la mano sirve de blanco a los tiros de los jefes, dando una vuelta ligera apenas ve disparado el arcabuz” .
Por otra parte, la “Bengaleta” era el nombre que recibía una antigua insignia de mando militar a modo de cetro o bastón. El niño que portaba tal insignia también acompañaba al capitán en todos los actos de la fiesta. El nombre de “bengaleta” proviene del diminutivo en valenciano del vocablo “Bengala”, referido al bastón realizado en palo o caña de Bengala. Este palo en su origen estaba hueco y en su interior contenía el despacho con el nombramiento de capitán, cuando este era nombrado por el Ayuntamiento. Ambos empleos en alguna ocasión pudieron recaer en una misma persona, por lo general vestida con un traje similar al de capitán y alférez.


El traje de moro nuevo

Una de las prioridades de la naciente comparsa de Moros Nuevos fue la de la confección y diseño de un traje propio. En el reglamento que se había aprobado en uno de sus artículos se establecía que “todos los trajes tendrán obligación de ir de los mismos colores y firma menos el Capitán y Alférez.” De este modo es como se adoptó una indumentaria propia para todos los componentes de la comparsa. El traje de “tirador” era sustancialmente distinto al que utilizaban los miembros de la llamada escuadra de gastadores.
Éstos últimos con un traje completamente diferente en composición, colores y forma habían tomado elementos propios de los gastadores del ejército como el serrucho, la barba en forma de abanico hasta el segundo botón de la casaca y el banderín. El traje original que se adoptó estaba compuesto por turbante en colores blanco, verde y rojo rematado por media luna y pluma negra. Chaleco rojo con bordados en hilo negro, peto azul marino con bordados amarillos, faja de raso amarilla, pantalón adamascado de color verde, manta roja con ribete blanco y alpargatas amarillas.




Todo parece indicar que la confección del traje le fue encargada al director de la comparsa, Vicente Alfaro Bellod, pues se daba la circunstancia que por aquellas fechas era un próspero comerciante y propietario de un establecimiento de venta al por menor de ropa de seda, algodón y lana ubicado en la casa número dos de la calle Cortés. Así figura en la matricula industrial del año 1859.
Para la realización del traje sin duda alguna se inspiraron en el de la filà Manta Roja de la población alicantina de Cocentaina. Aquella comparsa existía ya en 1808. Muy fácilmente se pudo deber a la relación comercial del presidente de los Moros Nuevos con las fábricas de paños contestanas. Además se daba la curiosa casualidad que entre los primeros miembros de la comparsa se encontraba Felipe Sellés Pascual, un contestano avecindado en Biar en la calle de San Jorge dedicado al oficio de cardador de lanas. “Cardante” como se le conocía popularmente debido a su oficio bien pudo haber influido para que se confeccionara el nuevo traje de idéntica forma y colores al de la filà Manta Roja de Cocentaina.
El coste del mencionado traje ascendió a un total de 408 reales de vellón. Resultaba una cantidad considerable en su época, si tenemos en cuenta que por aquellas fechas el salario medio diario oscilaba entre los 6 y 10 reales de vellón. Para poder pagar tan elevado gasto se estipuló entre los primeros moros nuevos el pago semanal de un determinado porcentaje, que desconocemos a cuanto ascendía.
Lo cierto y seguro es que la cantidad total del mismo tendría que hacerse efectiva necesariamente antes de la llegada de las fiestas de mayo del año 1859. Además otros gastos no menos importantes se unían al del traje, como eran el de la confección de la nueva bandera, los demás trajes de los cargos de la comparsa y la banda de música que les acompañaría en fiestas. A pesar de ello y de los lógicos problemas económicos por los que se atravesaba, la práctica totalidad de los gastos para la fiesta del año 1859 fueron satisfechos en los plazos convenidos.


El ayuntamiento concede permiso a la nueva comparsa


Todo estaba previsto para que la nueva comparsa saliese en las próximas fiestas del año 1859. Tan solo faltaba el preceptivo permiso que debía otorgar el Ayuntamiento. A tal efecto, y a fin de cumplir todos los requisitos, el domingo 27 de marzo de 1859 se remitió un oficio al Ayuntamiento firmado por todos los componentes de la comparsa a fin de que éste otorgase el permiso para que anualmente pudiese salir la comparsa durante los días de las fiestas patronales. Justo a la semana siguiente se reunió en sesión ordinaria el pleno del Ayuntamiento para tratar entre otros asuntos el tema de la participación en las fiestas patronales de la compañía de moros creada unos meses antes.
La sesión tuvo lugar el domingo 3 de abril de 1859. Tras iniciar la reunión ordinaria bajo la presidencia del alcalde Antonio Richart Crespo “fue leída una instancia de fecha veinte y siete de Marzo pasado, presentada por D. Vicente Alfaro, Vicente Botella, Cristóbal Vilar, José Parra, Miguel Román y otros vecinos de esta población, en solicitud de que se les conceda permiso para poder salir a festejar a nuestra Señora y Patrona la Virgen de Gracia en los días once, doce y trece de Mayo en que anualmente se celebra en esta población la festividad votada a la Imagen de la Virgen de Gracia; para lo cual tienen formada una compañía de Moros con los trajes correspondientes a esta clase”.
 
Abierto el preceptivo debate y después de manifestarse cada concejal sobre el particular se dejó constancia para perpetua memoria en el Libro Capitular que “el Ayuntamiento atendido al laudable objeto a que se dirige la creación de la predicha compañía de Moros acordó conceder y concede permiso a la misma para festejar a la excelsa Reina de los Cielos en los expresados días de su fiesta anual, bajo la misma forma y reglas de costumbre que lo ejecutan las demás Compañías de alardo que existen en esta Villa” 10. Como bien quedara reflejado en el acta del acuerdo del Consistorio, a la nueva comparsa se la autorizaba a participar anualmente en les Festes de Maig en las mismas condiciones y del mismo modo que desde antiguo lo venían realizando las dos comparsas preexistentes.odo estaba previsto para que la nueva comparsa saliese en las próximas fiestas del año 1859.
Tan solo faltaba el preceptivo permiso que debía otorgar el Ayuntamiento. A tal efecto, y a fin de cumplir todos los requisitos, el domingo 27 de marzo de 1859 se remitió un oficio al Ayuntamiento firmado por todos los componentes de la comparsa a fin de que éste otorgase el permiso para que anualmente pudiese salir la comparsa durante los días de las fiestas patronales. Justo a la semana siguiente se reunió en sesión ordinaria el pleno del Ayuntamiento para tratar entre otros asuntos el tema de la participación en las fiestas patronales de la compañía de moros creada unos meses antes.
 
La sesión tuvo lugar el domingo 3 de abril de 1859. Tras iniciar la reunión ordinaria bajo la presidencia del alcalde Antonio Richart Crespo “fue leída una instancia de fecha veinte y siete de Marzo pasado, presentada por D. Vicente Alfaro, Vicente Botella, Cristóbal Vilar, José Parra, Miguel Román y otros vecinos de esta población, en solicitud de que se les conceda permiso para poder salir a festejar a nuestra Señora y Patrona la Virgen de Gracia en los días once, doce y trece de Mayo en que anualmente se celebra en esta población la festividad votada a la Imagen de la Virgen de Gracia; para lo cual tienen formada una compañía de Moros con los trajes correspondientes a esta clase”.Abierto el preceptivo debate y después de manifestarse cada concejal sobre el particular se dejó constancia para perpetua memoria en el Libro Capitular que “el Ayuntamiento atendido al laudable objeto a que se dirige la creación de la predicha compañía de Moros acordó conceder y concede permiso a la misma para festejar a la excelsa Reina de los Cielos en los expresados días de su fiesta anual, bajo la misma forma y reglas de costumbre que lo ejecutan las demás Compañías de alardo que existen en esta Villa” 10.
Como bien quedara reflejado en el acta del acuerdo del Consistorio, a la nueva comparsa se la autorizaba a participar anualmente en les Festes de Maig en las mismas condiciones y del mismo modo que desde antiguo lo venían realizando las dos comparsas preexistentes.




Acta en la que se autoriza la participación de la comparsa el 3 de abril de 1859. Archivo Histórico Municipal de Biar.

1883: Se reparten las embajadas

Con la creación de las dos nuevas comparsas de Moros Nous y Blanquets, se vio la necesidad de ajustar algunos de los actos a la nueva realidad, pues estos habían sido configurados a principios del siglo XIX pensando solo en la existencia de dos comparsas. Desde comienzos del siglo XIX la fiesta biarense se había estructurado en torno a las dos compañías de alardo existentes. Romanos y Moros eran las encargadas de recitar las embajadas los días 11 y 12 de Mayo.
En un principio fueron los capitanes de ambas comparsas los encargados de recitar los expresados textos. Así lo indica el Semanario pintoresco español de 1839 en el que narra las fiestas de Biar del año anterior, indicando que “su capitán recita la embajada recopilando glorias del país”. Parece ser que pronto se modificó esta circunstancia, dado que en muchas ocasiones los capitanes, empleo que cambiaba anualmente, eran personas que accedían al cargo por promesa, teniendo el inconveniente de no saber recitar ante el público ni tener la suficiente dicción para declamar los textos de las embajadas, cuando no, simplemente no sabía ni leer ni escribir.

Por tal motivo pronto se llegó a la solución de nombrar cada comparsa su respectivo embajador para los dos días del alardo. De tal forma que una misma persona resultaba ser el embajador moro para los días 11 y 12 de mayo. En este orden de cosas, la creación de la comparsa de Moros Nuevos en 1858 venía a trastocar la estructura que desde comienzos de aquel siglo tenía establecida la fiesta. En un principio la constitución de la comparsa de Moros Nuevos no alteró mucho el tradicional esquema.

Siguiendo el orden de prelación establecido por la historia y con la “misma forma y reglas de costumbre que lo ejecutan las demás compañías de alardo que existen en esta Villa” la comparsa fue ubicada en el último lugar por detrás de los Moros Viejos. Todo parece indicar que la escolta de honor a la imagen de la Patrona en la procesión de la tarde del día 13 de mayo fue desde muy pronto otorgada a la comparsa de Moros Nous. Así cada una de las tres compañías tendría su propia escolta en uno de los días de las fiestas, al tiempo que la banda de música de cada una de las comparsas acompañaría a la Imagen de la Patrona en la procesión que la comparsa realizase la escolta interpretando las respectivas marchas. Sin embargo, en el resto de actos la situación se mantuvo como estaba desde antes de la histórica fecha de fundación de la comparsa.

Durante aquellas décadas las embajadas siguieron interpretándose por aquellas personas designadas por las antiguas comparsas de Romanos y Moros Viejos, a pesar de las justas pretensiones dels Moros Nous que no participaban del acto de la embajada. La irrupción el día 10 de mayo de 1874 de la nueva comparsa de Templarios hizo cambiar por completo la situación. Los acontecimientos se precipitaron en aquella década. Entre 1873 y 1883 se produjeron acontecimiento que hicieron resolver el problema. Éste se resolvió el día 26 de marzo de 1883 cuando se reunieron en el salón de plenos del Ayuntamiento “D. Antonio Richart Santonja en concepto de Director de la Compañía de los Moros Viejos del alalrdo en las fiestas de Ntra. Sra. de Gracia; D. Vicente Alfaro Bellod que lo es de los Moros Jóvenes; D. José Martínez Román como Director también de la Compañía de Cristianos llamados Templarios y D. Cristóbal Parra Valdés que lo es igualmente de la Compañía de Cristianos llamados Romanos.



Recreación histórica de la firma del convenio de reparto de embajadas

Los cuatro decidieron unánimemente en nombre de las cuatro comparsas existentes en la fiesta biarense el reparto de los cuatro textos que conformaban las embajadas. De este modo se pondría fin al clima de agitación que por aquellos años parece ser que vivía la sociedad biarense en temas festivos.
De nuevo y en momentos decisivos en la historia de los Moros Nuevos volvía a ocupar la presidencia de la comparsa Vicente Alfaro Bellod, el mismo que había ocupado dicho cargo al fundarse la comparsa el día 13 de junio de 1858. Aquel convenio o acuerdo fue suscrito por los cuatro directores de las comparsas el día 26 de marzo de 1883 en presencia del alcalde de Biar D. Carlos Luna Salazar. El principal motivo por el que se llegaba al acuerdo fue indicado en el acta que se levantó del referido acuerdo. En ella se expresaba de forma explícita el deseo “de que la armonía y buena inteligencia que debe existir entre las cuatro Compañías de alardo jamás se altere y evitar por todos los medios posibles el menor obstáculo que a ello se oponga”.

El acuerdo al que llegaban las cuatro comparsas y el Ayuntamiento, como responsable directo de la organización de las fiestas, establecía “que cada ComLos cuatro decidieron unánimemente en nombre de las cuatro comparsas existentes en la fiesta biarense el reparto de los cuatro textos que conformaban las embajadas. De este modo se pondría fin al clima de agitación que por aquellos años parece ser que vivía la sociedad biarense en temas festivos. De nuevo y en momentos decisivos en la historia de los Moros Nuevos volvía a ocupar la presidencia de la comparsa Vicente Alfaro Bellod, el mismo que había ocupado dicho cargo al fundarse la comparsa el día 13 de junio de 1858. Aquel convenio o acuerdo fue suscrito por los cuatro directores de las comparsas el día 26 de marzo de 1883 en presencia del alcalde de Biar D. Carlos Luna Salazar.
El principal motivo por el que se llegaba al acuerdo fue indicado en el acta que se levantó del referido acuerdo. En ella se expresaba de forma explícita el deseo “de que la armonía y buena inteligencia que debe existir entre las cuatro Compañías de alardo jamás se altere y evitar por todos los medios posibles el menor obstáculo que a ello se oponga”. El acuerdo al que llegaban las cuatro comparsas y el Ayuntamiento, como responsable directo de la organización de las fiestas, establecía “que cada Compañía tenga su Embajador en uno de los días de alardo de las Fiestas de Mayo, con el orden de prelación siguiente: con respecto a los Moros, la compañía de los Moros Viejos tendrá Embajador el primer día y respecto de los Cristianos los Templarios lo tendrán igualmente en el propio día primero y por consiguiente el Embajador del segundo día lo serán respectivamente de los Moros Jóvenes y Romanos
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Reproducción facsímil del convenio de reparto de embajadas. 1883. Archivo Histórico Municipal de Biar

Las antiguas comparsas de Romanos y Moros Viejos se vieron obligadas a desprenderse de uno de los dos textos que poseían con antelación al acuerdo. Fue ese el motivo por el que estas comparsas entregaron a los Templarios y Moros Nuevos los papeles en las que se perdía, correspondiéndole a nuestra comparsa la embajada del día 12 de mayo. Al final, la distribución de los tex tos otorgaba a cada comparsa uno de los cuatro papeles que poseen las embajadas de Biar, y por lo tanto el derecho a nombrar embajador para ese texto, quedando del siguiente modo: “que cada Compañía tenga su Embajador en uno de los días de alardo de las Fiestas de Mayo, con el orden de prelación siguiente: Con respecto a los Moros la Compañía de los Moros Viejos tendrá Embajador el primer día y respecto de los Cristianos los Templarios lo tendrán igualmente en el propio día primero y por consiguiente el Embajador del segundo día lo serán respectivamente de los Moros Jóvenes y Romanos.” Sin embargo, el Ayuntamiento, que era quien había hecho posible el acuerdo, intentaba que la situación permaneciese como se venía realizando hasta la firma del acuerdo.
Es decir, que a pesar de que cada comparsa tenía su propio embajador en uno de los dos días y podía nombrarlo entre sus comparsistas, el consistorio establecía la advertencia de que las dos comparsas de cada bando acordarían que una misma persona fuera embajador en ambos días y en ambas comparsas, de forma que “para la designación de Embajadores de moros y cristianos deberán ponerse en inteligencia y acuerdo las referidas Compañías, a fin de que el de moros pueda servir y sirva tanto a la vieja como a la joven, e igualmente el de los cristianos a los Templarios y Romanos.” Cabe suponer que este apartado del acuerdo, si bien en un principio pudo aceptarse tal y como estaba estipulado, pronto se obviaría por los seguros problemas que acarrearía la designación de un mismo embajador para ambas agrupaciones.

Así que el mismo año del convenio cada comparsa elegiría ya su propio embajador. La comparsa de Moros Nous nombraría al embajador moro del día 12 de mayo de entre sus comparsistas yendo éste vestido con el antiguo traje de alférez de la compañía, al tiempo que el cabo de la escuadra de gastadores realizaría el papel de centinela. Por último, un músico de la banda que acompañaba a la comparsa sería ahora el encargado de interpretar los acordes de la llamada para la salida del embajador moro. Unas notas inspiradas en melodías de la fantasía sobre temas militares de Cristóbal Oudrid llamada “El sitio de Zaragoza”.



Partitura de los acordes de la llamada del Embajador moro del día 12 de mayo

El reglamento de la comparsa de Moros Nous

Al día siguiente de finalizar les Festes de Maig de 1889 se reeditaba el nuevo reglamento de la comparsa de Moros Nuevos. No sabemos si era el mismo que se había otorgado la comparsa al fundarse en 1858 o por el contrario había sufrido algunas modificaciones. Todo indica que había cambiado en alguno de sus artículos. Así lo demuestra el hecho que ahora el número de miembros que componían la Junta Directiva era de siete frente a los cuatro que establecía el reglamento de 1858. Otro de los aspectos que regulaban de forma minuciosa los estatutos internos de la comparsa eran las asambleas generales a las que tenían la obligación de asistir todos los comparsistas. Se establecían tres asambleas ordinarias a lo largo del año.

La primera se realizaría el día primero de noviembre coincidiendo con la festividad de Todos los Santos. Generalmente esta era la asamblea donde se renovaba y elegía la Junta Directiva. Además debían celebrarse otras dos en uno de los días de Navidad y en uno de los de Pascua. En ésta última se debatirían los asuntos tocantes a las venideras fiestas al tiempo que se haría el reparto de los músicos entre los comparsistas. Un hecho, el del reparto, que también estaba regulado en los estatutos y que daba preferencia a los miembros de la escuadra de gastadores frente al resto de los componentes de la comparsa.
Por su parte, el sargento, a parte de las funciones propias del cargo durante los días de las fiestas, también se le establecía la obligación de avisar a todos los miembros de la comparsa para que acudiesen a las Juntas Generales que celebrara ésta. Por este trabajo la comparsa le entregaba una cantidad de dinero. Además el reglamento establecía de forma clara e inequívoca que todos los comparsistas deberían acatar las órdenes del sargento, quien a su vez las recibiría directamente del presidente.
El día 13 de mayo, último de las fiestas, se procedía por el depositario a pagar a la banda de música y demás gastos ocasionados en la fiesta, así como a cobrar las correspondientes cuotas de los comparsistas. En ese mismo día se inscribían las altas y bajas de la comparsa. Además de llevar al día siguiente de finalizar les Festes de Maig de 1889 se reeditaba el nuevo reglamento de la comparsa de Moros Nuevos. No sabemos si era el mismo que se había otorgado la comparsa al fundarse en 1858 o por el contrario había sufrido algunas modificaciones.
Todo indica que había cambiado en alguno de sus artículos. Así lo demuestra el hecho que ahora el número de miembros que componían la Junta Directiva era de siete frente a los cuatro que establecía el reglamento de 1858. Otro de los aspectos que regulaban de forma minuciosa los estatutos internos de la comparsa eran las asambleas generales a las que tenían la obligación de asistir todos los comparsistas.

Se establecían tres asambleas ordinarias a lo largo del año. La primera se realizaría el día primero de noviembre coincidiendo con la festividad de Todos los Santos. Generalmente esta era la asamblea donde se renovaba y elegía la Junta Directiva. Además debían celebrarse otras dos en uno de los días de Navidad y en uno de los de Pascua. En ésta última se debatirían los asuntos tocantes a las venideras fiestas al tiempo que se haría el reparto de los músicos entre los comparsistas. Un hecho, el del reparto, que también estaba regulado en los estatutos y que daba preferencia a los miembros de la escuadra de gastadores frente al resto de los componentes de la comparsa.
Por su parte, el sargento, a parte de las funciones propias del cargo durante los días de las fiestas, también se le establecía la obligación de avisar a todos los miembros de la comparsa para que acudiesen a las Juntas Generales que celebrara ésta. Por este trabajo la comparsa le entregaba una cantidad de dinero. Además el reglamento establecía de forma clara e inequívoca que todos los comparsistas deberían acatar las órdenes del sargento, quien a su vez las recibiría directamente del presidente.



Fragmento de la primera hoja del reglamento de la comparsa editado 14 de mayo de 1889

El día 13 de mayo, último de las fiestas, se procedía por el depositario a pagar a la banda de música y demás gastos ocasionados en la fiesta, así como a cobrar las correspondientes cuotas de los comparsistas. En ese mismo día se inscribían las altas y bajas de la comparsa. Además de llevar a
efecto el sorteo de los cargos de capitán y alférez de la comparsa para el año próximo.
Y es que los agraciados en el sorteo ya ocupaban sus respectivos empleos cuando la comparsa descendía del santuario tras finalizar la procesión de subida de la imagen de la Mare de Déu de Gràcia la tarde del día 13 de mayo.





El teatro Vico, maset de la comparsa

El aumento del número de socios hizo necesaria en las últimas décadas del siglo XX comenzar a estudiar la  posibilidad de construir un nuevo maset lo suficientemente capaz para albergar a todos los comparsistas así como poder disponer de un local con los lógicos servicios para alojar a la banda de música. El impulso definitivo llegó cuando en julio de 1985 tomó posesión como presidente de la comparsa Fausto Ribera Francés.
Al poco de arrancar la nueva junta directiva se aprobaron los nuevos estatutos que en lo sucesivo regirían el funcionamiento de la comparsa, consiguiendo con ello legalizarla y sustituir el reglamento que databa de 1889.


En la asamblea que se celebró el día 29 de diciembre de 1985 a propuesta del presidente se decidió por mayoría de votos “concurrir a la subasta convocada por el M. I. Ayuntamiento de Biar para la compra-venta de la finca inscrita en el Registro de la Propiedad de Villena, Teatro Vico y casas a espaldas de esta propiedad en la calle D. Luis Calpena, según anuncio aparecido en el Boletín Oficial de la Provincia de fecha 26 de diciembre de 1985.” El precio de salida en la subasta era de 1.500.000 pesetas “por lo que se tomó el acuerdo de concurrir a dicha subasta,  estableciéndose por la General un tope de 2.300.000 pesetas.” De nuevo se convocó una asamblea para el día 19 de enero de 1986 para dar a conocer que la comparsa había adquirido el antiguo teatro Vico por el importe máximo que había autorizado la general. De este modo es como se procedió a elaborar el preceptivo proyecto para construir la futura sede de la comparsa de Moros Nous por parte del arquitecto Carlos Gutiérrez Hernández. Durante el verano de 1986 se procedió a la demolición y desescombro del edificio y el 27 de septiembre se daba a conocer por el aparejador Pablo Castedo el primer presupuesto que ascendía a 11.000.000 pesetas.

Las obras se avistaban para lejos por lo que en la asamblea del día 16 de noviembre de 1986 se decidió crear una comisión de obras integrada por los miembros Rafael Albero Navarro, Pedro Juan Navarro Luna, Francisco Berbegal Bellod y José Espasa Valdés. Ante el elevado gasto que estaba suponiendo la construcción de la nueva sede social se decidió vender el antiguo maset de la plaza de España por un importe de 2.750.000 pesetas, de esta manera se incrementarían sustancialmente los ingresos que ya se habían realizado entre los socios pagando la correspondiente derrama. El día 8 de febrero de 1987 en el viejo maset se expusieron al público los planos del nuevo maset que contaría con cinco plantas y un total de 1.320 m2, construyéndose ya la estructura.
La obra marchaba a buen ritmo y sobre los plazos fiados aunque se tuvo que tomar la decisión dolorosa de vender las dos últimas plantas del edificio. Así se acordó en la general celebrada el día 31de octubre de 1987. A pesar de estos contratiempos, la voluntad decidida de todos los Moros Nuevos hizo posible que las obras de la primera fase finalizasen en los primeros meses del año 1988. Con mucha ilusión por ver acabado lo que unos años antes era tan solo un deseo se decidió realizar de una forma solemne la bendición e inauguración de la nueva sede social. El día 10 de abril de 1988 pasaría a la posteridad por ser una fecha histórica y entrañable para la Asociación-Comparsa de Moros Nuevos.
Culminaba aquel día un año y medio de esfuerzo continuado, sacrificio e ilusión. Este hecho tan trascendente adquiría un carácter especialmente emotivo al ir acompañado del nombramiento de Vicente Sellés Ferrándiz como Presidente de Honor de la Comparsa. Así lo había acordado unánimemente la comparsa en la asamblea del día 13 de marzo de 1988 cuando “el Sr. Secretario se dirigió a la General para notificar que era deseo de la Junta Directiva el nombrar Presidente de Honor de nuestra comparsa al Sr. D. Vicente Sellés Ferrándiz. Este nombramiento corres pondía efectuarlo, de acuerdo con nuestros Estatutos, a la Junta General Extraordinaria; leyendo los artículos en los que se hacía mención a dicho hecho. Después de la lectura, dicho nombramiento fue aprobado por unanimidad de todos los asistentes.” Y es que en Vicente Sellés Ferrándiz concurría la especial circunstancia de ser el socio más antiguo, pues ya figuraba como comparsista en el año 1916. Todos los Moros Nuevos se concentraron a las 12,30 en la plaza de España y poco después se iniciaba un desfile por la calle Mayor al que se uniría Vicente Sellés Ferrándiz, así como la Dama de Honor de 1988, la Srta. Mª José Albero Sarrió.
Portaba ésta la bandera de la comparsa que entró al desfile a los acordes del Marcha Real. En la plaza de la Constitución también se unieron las autoridades festeras, civiles y religiosas, tras lo cual se prosiguió la marcha por las calles Luís Calpena, Cochera y Torreta hasta llegar al nuevo local ubicado en el número 10 de esta histórica calle.


    

Sargentos de la Comparsa